En nuestro país, fácilmente podría demostrarse que en un salón de clases se cuenta con un promedio de 30 estudiantes o más, independientemente del nivel de enseñanza desde educación inicial hasta universitaria, o si se trata de educación privada o pública. Todas estas aulas repletas de estudiantes con diferentes estilos y niveles de aprendizajes, potencialidades, habilidades, comportamientos y necesidades educativas. Sin embargo, las clases están diseñadas para un nivel generalizado, estandarizado y deben ser terminadas en un período determinado y muy poco flexible de tiempo.

Lo más probable, entonces, es que un estudiante por más brillante, dedicado y disciplinado que sea, se quede sin comprender alguna información, temática o algo en particular. Además de lo anterior, el sistema educativo poco o nada es diseñado para aclarar dudas específicas y mucho menos para intervenir los diferentes estados emocionales, niveles de ansiedad, frustración, estrés, entre otros, ocasionados allí, pues no fomenta valores, buenos hábitos y mejores técnicas de estudio.

Así las cosas, los estudiantes quedan en casi todos los casos, estancados, confusos, deprimidos, frustrados e inseguros al ver que sus pares aparentemente comprenden todo lo tratado en cada clase o sesión, y tienen un rendimiento regular. Los métodos de evaluación tampoco aportan mucho en esta creciente problemática educativa.

La tutoría personalizada, trae beneficios para las partes involucradas (estudiante, familia, establecimiento educativo y sociedad) al contar con la perspectiva integral, los conocimientos y las estratégicas académicas, emocionales y funcionales para entregar el apoyo necesario y suficiente, y de esa manera obtener los mejores resultados académicos, cambios actitudinales permanentes e independencia y autonomía al niño, al joven o al ciudadano respectivamente, es decir, formación para toda la vida.

Los tutores y las tutorías personalizadas se han convertido en la mejor alternativa educacional ya que con estos se logra ir de manera directa y eficaz a la dificultad e intervenir oportunamente las dimensiones intelectual, emocional y operativa de los educandos y con ello conseguir en el mediano y largo plazo, seres humanos más inteligentes, emocionalmente estables y seguros, con la mayor y necesaria autonomía e independencia posible en un entorno cada vez más salvaje y competitivo.

 

Pitágoras tutores